Pasión por los 2 CV

Catalina e Illa son madre e hija que a lo largo de los años han ido aumentando su cariño por los 2CV. En el caso de Catalina todo se debe al conocer a su marido, Moisés Rigo, en 1998, cuando empezaron a salir. A Moisés, mecánico de profesión, le apasionaban los 2CV y cuando conoció a Catalina ya tenía uno. Ese fue el principio, nos comenta Catalina, de su cariño hacia los 2CV, después, años de convivencia y poco a poco fueron forjando un proyecto en común con un objeto: los 2CV. Y es que Catalina comenzó a participar, junto a su marido, en las actividades que programaba la Asociación de Mallorca del Citröen 2CV y otras en la Península, adonde les gusta viajar siempre que la economía lo permite, ya que los desplazamientos son demasiado caros como para poder ir con más frecuencia.

Y si Catalina se enamoró de los coches al conocer a Moisés, Illa, hija de ambos, era lógico que también adquiriera ese gusto por los clásicos y la verdad es que pese a su corta edad se ha convertido en toda una experta. Sólo con oírla hablar, uno se da cuenta de que su entusiasmo por estos coches va más allá de un mero capricho. La verdad es que forman un trío perfecto, bien avenido y con un pasatiempo en común.

UNA FURGONETA

Por lo que respecta al vehículo, se trata de un Citröen ASK-40 2CV, lo que se conocía como furgoneta cuando salió al mercado. El coche es de 1978 y Moisés lo consiguió en 2002. Hacía tiempo que quería hacerse con una furgoneta, ya que tiene otros 2CV sin zona de carga, de modo que fue preguntando entre sus compañeros hasta que uno le dijo que conocía a un señor de Maria de la Salut que tenía un 2CV de este tipo. La furgoneta estaba abandonada en medio del campo y tenía bastantes problemas, no sólo de mecánica, sino también de chapa, ya que el vehículo se había quedado parado en el campo y su antiguo propietario utilizó unas palas de tractor para empujarla hasta el borde del terreno, dañando toda la parte trasera, sobre todo la izquierda.

UN COCHE COMPETITIVO

Moisés se la llevó con una grúa y comenzó la restauración con la ayuda de algunos amigos, como Biel Ginard y otros compañeros que trabajaban con él en el desparecido concesionario de Fiat, Autolatina. Su ayuda fue muy importante, pues el coche estaba destrozado.

Afortunadamente el tema de piezas está solucionado, pues no sólo en Francia hay repuestos todavía para estar furgonetas, sino que incluso en España también se ha desarrollado una industria de piezas de repuestos para la restauración de clásicos, lo que hace más sencillo que este tipo de coches pueda perdurar en el tiempo, ya que son muchos los nostálgicos que desean tener un recuerdo de su infancia.

Por lo que respecta a su utilización, la familia Rigo suele llevar a cabo salidas con los compañeros de la asociación, a la Península no lo llevan mucho, pues se trata de un vehículo con una relación de marchas muy cortas y difícilmente alcanza los cien kilómetros por hora, pero para pasear por Mallorca es ideal.

Fuente: ultimahora.es