Desde el siglo XIX, los anuncios publicitarios han sido testimonio de la historia de las marcas de automóviles y de la evolución del producto.
Originariamente, la publicidad comenzó con ilustraciones y carteles, que no se limitaban a ser meros vectores publicitarios, sino que llevaban sistemáticamente la firma de artistas de
Citroën, precursor del marketing moderno
Industrial y hombre de comunicación, André Citroën , fundador de la marca, empleará todos los medios de comunicación disponibles, inclusive los carteles, para promover la empresa y sus productos. De este modo, para el primer Citroën producido a gran escala, el 10 HP, Mich imagina un cartel no desprovisto de humor que presenta los coches saliendo de huevos… puestos por un gallo que fuma una “pipa chimenea”. Pierre Loüys , inicialmente contratado para diseñar carrocerías, asume en 1920 la Dirección Artística de Fotografía y Publicidad de Citroën, cargo desde el cual confeccionará una cantidad considerable de carteles.
Aunque los primeros pasos del 2 CV no quedaron plasmados a través de muchas ilustraciones, en 1971 André François realiza un alusivo cartel que da en llamar “Caballo de dos cabezas”. A comienzos de los años ochenta, Jacques Séguéla da un nuevo impulso a las campañas de Citroën, invitando a Savignac a una fiesta en la que se reúnen todos sus dibujos con el motivo de los chevrones. La marca también recurre a los grandes fotógrafos –Doisneau, Cartier-Bresson, William Klein , Marc Riboud– para sublimar el modelo DS. Asimismo, Citroën revela varios jóvenes talentos (André Martin, René de Seynes) y no duda en solicitar la participación del iconoclasta Jean-Paul Goude.
Citroën y la publicidad son indisociables, ya que la marca utilizó desde el principio todas las formas de marketing. El Museo de la Publicidad lo comprendió perfectamente y dedicó en el año 2000 una retrospectiva a Citroën y su saga publicitaria.
André Citroën:
Genio automovilístico… y publicitario
Para el audaz André Citroën, todos los medios son buenos para hacer publicidad. Fue un precursor que, desde el principio, supo comprender lo esencial del automovil y la publicidad. Su estrategia: la organización de grandes eventos que actúan como motor publicitario, entre los cuales cabe destacar el crucero amarillo que va de Beirut a Pekín, la travesía del Atlántico por Lindbergh, etc. Y la rentabilidad no quedó rezagada: de hecho, en 1921 creó su propio servicio publicitario y su propia imprenta. Además de las páginas compradas en los periódicos para promover los vehículos de la marca, realizó folletos, prospectos y libros destinados a los clientes potenciales. Después de escribir «Citroën» con letras de humo en el cielo de París, en 1992, durante el 7º Salón del Automóvil, introdujo en 1925 otra idea luminosa: revistió la Torre Eiffel con las letras de la marca, utilizando para ello 250.000 bombillas y 600 km de cables eléctricos, una experiencia que se repitió en 1934. Siguiendo sus revolucionarios pasos, la empresa supo dar alas a la imaginación de Europa, haciendo del automóvil la clave de la libertad.
William Klein
Un Americano en París
Fotógrafo, pintor y director de cine, William Klein nació en Nueva York en 1928. Cuando tenía veinte años de edad, conoció París y decidió hacer en Francia toda su carrera. Comenzó haciendo pintura geométrica abstracta y poco tiempo después se orientó hacia la fotografía. Con la firme intención de desacralizar este arte, se dedicó a fotografiar en la calle el caos de la sociedad, sin dudar en detener a los transeúntes para “dispararles” a quemarropa. Klein se hace famoso por sus fotos contrastadas, sus clichés movidos y sus imágenes sobreexpuestas. Conocido por sus fotografías de moda, se interesa en el automovilismo en los años sesenta, y a él debemos las magníficas fotos del Citroën DS, en las que Nueva York, símbolo de modernidad, se refleja en la carrocería del automóvil. Desde 1964, también se interesa en la dirección cinematrográfica, donde su talento se plasma a través de documentales, comedias satíricas y cortos publicitarios.
Fuente: Revista PSA